Catalina Casa de Comidas y Más

  Muy cerca de la Plaza de la Encarnación de Sevilla, donde están las famosas "Setas", hay una plaza de nombre Padre Jerónimo de Córdoba, en la cual hay enclavado un restaurante de vanguardia (por lo menos en comparación con la mayoría de locales de restauración de la capital hispalense), que sin perder la esencia de la cocina tradicional, elabora unos platos de potente estética, mucho sabor, y alta calidad. No hablamos de otro restaurante que de "Catalina, Casa de Comidas y Más".

  Cuando te acercas a este restaurante lo primero que se te pasa por la cabeza es que vas a entrar en un local que parece sacado de la España de mediados del siglo pasado, ya que tanto el logo estampado en los toldos del local, como la tienda de ultramarinos del interior, la carta en madera, o la estética misma del mobiliario te evocan a esa época. Sin embargo los imperantes colores lisos claros y la sobriedad general de la decoración terminan haciendo de éste un local moderno con un bonito contraste.

  A diferencia de otros restaurantes o bares, en "Catalina, Casa de Comidas y Más" puedes ir a la tienda que tienen nada más entrar en el local y comprar tanto productos como comida elaborada por ellos disponible para llevar. La verdad es que no compré nada, pero todo tenía una pinta muy buena. Por otra parte, no sé si porque ese día precisamente había poca gente, pero hay cierto exceso de personal que a veces puede hacerte sentir un poco incómodo, observado y controlado, como pasa en otros bares como la famosa "Bodeguita Romero", peroes no quita que el servicio fue rápido e impecable. En cuanto a la carta, la mayoría de platos son raciones o medias, habiendo aproximadamente una decena de tapas, a parte de las que tienen fuera de carta y que varían según  el día. En esa carta de madera puedes encontrar risotto ibérico con jamón, croquetas de gambas y salsa tártara, tartar de atún rojo con aguacate... y así muchos más platos, entre los cuales recomiendo los canelones de rabo de toro de fuera de la carta que estaban fantásticos. Y también fuera de la carta encontramos, cómo no, nuestro plato predilecto: las patatas bravas.

  Mientras el camarero me leía los platos fuera de carta y me describía cómo hacían este plato, la boca se me hacía agua "patatas confitadas con salsa brava, acompañadas por una mayonesa sobre..." aunque es cierto que la adición de mayonesa no me inspiraba mucha confianza (más de un bar me ha hecho odiarla cuando se le echa a este plato) me moría de ganas por probarla. Al poco rato cuando el camarero trajo a la terraza, con un ambiente fantástico en noches de verano, el plato supe que me iba a gustar, por una sencilla razón: hacía tiempo que había leído que Sergi Arola tenía su propia versión de las patatas bravas, y su estética me encantó, las patatas tenían forma de cubo, y en el hueco que formaban se vertía la salsa, quedando una presentación muy buena. Pues bien, la presentación del plato era muy parecida, incluso mejor, ya que aún teniendo forma cilíndrica, le dejaban a la patata la piel, como se hacía tradicionalmente. Dentro del cubito de patata echan la salsa brava de color rojizo, y la coronan con un poco de mayonesa (o alioli, no sabría decirlo), para terminar colocando el tubérculo sobre otra salsa rosácea que no he podido saber qué era.

  Partiendo de la buena base de la presentación, cabe decir que esta receta es "diplomática", ya que al tener dos salsas, siendo una de ellas al estilo tradicional del centro peninsular, contenta tanto a los partidarios de una versión como de la otra, lo que siempre es bueno. Pasando a la receta, las patatas no estaban fritas y cocidas, si no que se limitan a cocerlas con sal sin quitarle la piel, quedando algo parecido a unas "papas arrugás" tiernas por dentro. Yo soy más partidario de cocerlas y freírlas después, pero es cierto que en muchos locales lo hacen de esta manera, y no queda nada mal. En cuanto a la salsa brava, ésta me recordaba mucho a la de la "Nieta de Pepa": mucho sabor, bien de sal, y un picante suave pero resultón, es decir, como tiene que ser una salsa brava (lo cual no es nada fácil de conseguir). Por otra parte, la mayonesa casera (o lo que fuera) quedaba muy bien estéticamente, y al no tener mucho sabor dejaba que fuera la salsa brava la protagonista del plato.

  La verdad es que nunca habría venido a este bar si no fuera por la recomendación que me hizo mi antiguo profesor de Física, al que le agradezco enormemente este descubrimiento, y habría sido una lástima. Si quieren disfrutar de una buena cocina en la que se preocupan por la estética y calidad (por la que se paga) manteniendo la esencia de la cocida de la región y sin olvidar sus raíces, pero sobre todo si quieren probar una de las mejores versiones de las patatas bravas hasta ahora, no lo duden y vengan a "Catalina, Casa de Comidas y Más". No se arrepentirán.

Resumen:

  Nombre y Localización: Catalina Casa de Comidas y Más. Plaza Jerónimo de Córdoba 12, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Muy Buena.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración de las Bravas: Muy Buena.

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1 comentario:

  1. Completamento de acuerdo,estuve en semana santa el día de Ramos y es divina la comida y las personas que lo llevan, un restaurante para no perderse si estas en Sevilla.
    saludos

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