Casa Olga

  Cada vez que oigo a alguien hablar sobre un bar en el que hacen bien las patatas bravas, o leo una crítica de algún periódico a un bar y destacan esa receta, apunto rápidamente la dirección e intento ir cuanto antes y subir una pequeña entrada a este blog. Las otras entradas que hago son sobre aquellos bares a los que voy, y en los que por casualidad sirven unas buenas patatas bravas, si no son nada del otro mundo no hago ninguna entrada. Dicho esto, puedo decir que si he ido a "Casa Olga", en la plaza Otelo del sevillano barrio de la Macarena (creo que es el barrio con más bares con fama de hacer patatas bravas por habitante), es porque he oído a bastante gente hablar maravillas acerca de su receta del plato al que dedico el blog, y también puedo decir que si hubiera ido por mi cuenta no habría hecho entrada alguna sobre este bar de barrio.

  España es uno de los países del mundo con mayor número de locales dedicados a la restauración, y "Casa Olga" es un perfecto ejemplo de qué tipo de negocios conforman el grueso de este sector. Quitando cadenas de restaurantes, franquicias, y bares de alta calidad, lo que más abunda en las ciudades son pequeños bares de barrio. Éstos locales son todos parecidos: una televisión en una esquina del bar, mesas  y sillas de madera en el interior, y de metal en el exterior bajo un toldo de plástico, clientela fiel que toma allí todas las mañanas su café antes de trabajar, y una carta repleta de platos tradicionales elaborados de forma casera. ¿Es esto malo? Ni mucho menos, locales como estos aumentan la oferta culinaria española, y desde el punto de vista económico, aportan competitividad al sector, lo cual siempre es bueno. ¿Pero aumentan la diversidad de la oferta? En eso ya no estaría tan seguro. Si das un paseo por el barrio de la Macarena, por ejemplo, te encontrarás casi una centena de bares de este tipo, todos muy parecidos, y si miras sus cartas te encontrarás lo siguiente: mismos platos típicos, misma forma de hacerlos, y mismos precios. Y me reitero: ¿es esto malo? No, pero si ya has ido a uno de ellos, salvando contadas excepciones, puedes decir tranquilamente que ya has ido a todos. Y con esto lo único que quiero decir es que al igual que no hice la crítica al bar "Hermanos Gómez" hubiera podido igualmente no hacérsela a "Casa Olga", porque lo único que ofrece es más de lo mismo, monotonía, rutina... y los locales que triunfan son aquellos que apuestan por la calidad, la diferencia y el riesgo. Que si, que la comida está buena (tal y como veremos más adelante) pero si quieres un buen plato que no hubieras podido hacer en tu casa, no vengas a estos lugares.

  Tras esta especie de discurso en reivindicación de los bares y restaurantes que tratan de sorprender y agradar a los clientes transformando las recetas ya conocidas y ofreciendo versiones mejoradas, no voy a describiros cómo era "Casa Olga", ni su carta, ya que encontraréis un local casi exacto en todos los sentidos si salís a la calle y entráis en el primer bar de barrio que veáis.

  Pasando al quid de la cuestión, como no podía ser de otra manera en Sevilla este bar sirve las patatas al estilo "dos salsas". Las patatas están bien fritas, crujientes y doradas por fueras, bastante suaves y blandas por dentro, para absorber todo el sabor de las salsas, y adecuadamente saladas. En cuanto a la salsa (en esta caso salsas) podemos decir que no se han molestado mucho en hacerlas: han hecho una mayonesa rápida (no parecía de bote) y tras servirla generosamente sobre las patatas han vertido ketchup (este era obviamente comprado) de forma "artística" sobre la salsa blanca. Nada más ¿Estaban buenas? Sí ¿Son patatas bravas? Para mi es la versión cutre-vaga de la receta que puedes hacer en tu casa en 5 minutos, y por la cual yo no iría expresamente a un local. Se puede hacer la receta con una sola salsa o con dos, pero siempre de manera trabajada y de calidad, como hacen en "Gambrinus" o "La Taberna de Torneo/Nervión/Porvenir" sin ir más lejos. Para no dejarles en demasiado mal lugar diré que el plato estaba bañado en salsa de forma abundante, lo que se agradece bastante a la hora de que a cada patata le toque salsa.


  En definitiva, si algún día anda por la calle Sánchez Pizjuan extasiado de hambre y tiene 4,7€ en el bolsillo para gastar, puede entrar en "Casa Olga" a invertir su dinero en un plato rico (nunca lo he negado) al que yo no llamaría patatas bravas (más bien patatas con mayonesa y ketchup) y que puede prepararse en un momento en su casa.

Resumen:

  Nombre y Localización: Casa Olga. Plaza Otelo, Sevilla.

  Valoración del Restaurante: Mala.

  Versión de las Bravas: Dos Salsas.

  Valoración y Precio de las Bravas: Mala, 4'7€

  Enlace Yelp

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